La Convergencia del Derecho, Finanzas y Tecnología: Una Mirada a Mis Motivaciones

Hay una imagen que me describe mejor que cualquier título profesional: yo, con una taza de café negro y muy intenso, múltiples pestañas abierta con Código Fiscal de la Federación, Ley del IVA, Ley del ISR, Miscelánea Fiscal, otra con un flujo de n8n a medio construir, Claude, Gemini, ChatGPT y Grok en otras pestañas (en realidad tengo alrededor de 50 pestañas abiertas dando batalla a los 64 gb de RAM de mi ordenador) y, en una libreta, garabateando ideas sobre cómo reorganizar un grupo empresarial que pidió consultoría. No es glamuroso, pero es honesto. Ahí, entre leyes, números y sistemas, es donde he ido descubriendo quién soy y qué quiero construir a largo plazo.

Equilibrio entre estructura, fluidez y propósito.

Cómo llegué a este punto

Formalmente, soy asesor legal y fiscal. Estudié derecho y desde el inicio me sentí más cómodo en las áreas donde la norma se cruza con los números: impuestos, estructuras corporativas, cumplimiento, auditoría. Siempre me ha gustado leer y comprender temas complejos, temas que a la mayoría se le dificulten. Entre más complejo el tema, más me atrae. Con el tiempo, mi trabajo me llevó a temas cada vez más exigentes y de más riesgo: operaciones internacionales, estructura de grupos empresariales, PLD, atención de auditorías del SAT, devoluciones de IVA, regímenes especiales, etc.

No fue de un día para otro. Desde pequeño me impresionó la tecnología de los videojuegos, las computadoras, el internet y todo lo que podía hacer y crecer ahí.

¿Alguien recuerda Encarta? Pasaba horas explorando su contenido, el histórico y cultural principalmente. Casi nadie me creería que compré Bitcoin a $30 MXN por allá en 2010-2011, ni sospecha de lo que se convertiría. La tecnología me ha apasionado toda mi vida, tanto hardware como software.

En la secundaria aprendía a gestionar bases de datos en Microsoft Access y a programar en Visual Basic. Rudimentario, pero forjó cimientos de tecnología toda mi vida. La idea “con tecnología todo es posible” se instaló en mi mente para siempre. Siempre quise estar enterado de los aspectos técnicos de la tecnología actual y saber cuál era la “mejor” del momento. Sólo era entusiasta, cualquier adquisición era totalmente prohibitiva.

Después vino un invierno de tecnolgía para mí, la vida me puso retos de la vida enfrente que me mantuvieron ocupado. Pero siempre con un ojo en el SoAT.

Ya en mi vida laboral siempre tuve inclinación a la acción, me gustaba hacer las cosas, hablar con clientes y conocer a punto a punto los procesos. Pero también era el que arreglaba y desarmaba las computadoras, el que venía componentes nuevos y siempre buscando soluciones por mí mismo.

Buscaba todos los tutoriales posibles de la paquetería de software que la empresa usaba para exprimir 1% más su uso, sólo un poco más. Una función nueva, un mejor reporte, una función que nadie usaba o sabía. Siempre me interesó llegar a la frontera del status quo.
Primero fue Contpaq, luego Excel, luego Google Sheets, después Apps Script, n8n, bases de datos, algo de Python, y más recientemente, modelos de inteligencia artificial. Nunca me vi a mí mismo como “programador profesional”, pero sí como alguien que no puede aceptar fácilmente que algo repetitivo tenga que hacerse igual 100 veces si se puede diseñar un sistema que lo haga mejor.

Un día me topé con Roy Vanden y su idea de que había actividades que eran “significativas”, que al hacerlas te ahorraban tiempo en el futuro. Y me obsesioné totalmente. Quería buscar hacer cosas que me ahorraran minutos al día que “compusieran” al final del mes en horas. Encontré que la palanca era el software. No había otra salida. Las cosas manuales me parecían anticuadas.

En esos días tempranos, diseñé una “hoja electrónica” que era básicamente una hoja de Excel que se conectaba vía Macros a las bases de datos de SQL del sistema contable que permitiera hacer “cuadres” de registros. Ese día cambió el juego de cómo se hacían las cosas. Un proceso que podía tardar de 2 a 4 días, el nuevo “software” lo resumía a minutos. Era casi milagroso. Obviamente me topé con la vieja escuela que se resistía al cambio y a hacer las cosas diferentes de “como siempre se habían hecho” pero la realidad era que no había marcha atrás. La tecnología había llegado para quedarse.

Ahí se empezó a dibujar una constante: cada vez que entendía una norma o un proceso contable, la siguiente pregunta no era sólo “¿cómo lo cumplimos?”, sino “¿cómo lo sistematizamos? ¿cómo lo automatizamos?”.

Lo que me mueve de fondo

Si quito las etiquetas de abogado, fiscalista, tech, profesor, hay varias motivaciones que se repiten:

  1. La necesidad de entender el “por qué” de las cosas
    No me basta con saber que el artículo dice algo; quiero entender qué problema intenta resolver, qué intenta decir, qué pasa si alguien lo aplica mecánicamente, qué grietas deja abiertas. Lo mismo con un proceso contable o con una herramienta tecnológica: necesito ver el mapa completo, de dónde vienen y a dónde van, no solo el paso a paso.

  2. La incomodidad con el caos
    México, en términos legales y fiscales, puede ser abrumador. Reglas cambiantes, criterios diversos, plataformas poco amigables. Ver a la gente perder tiempo, dinero y paz mental solo por no tener orden me frustra bastante. Parte de mi motivación es reducir ese ruido: diseñar procesos, poner estructura, usar tecnología para quitar peso de encima.

  3. El deseo de que mi trabajo y mi tiempo tenga un efecto compuesto
    Me interesa construir cosas que sigan funcionando cuando yo no esté: flujos automatizados, checklists claros, manuales que bajan la complejidad a algo manejable. No quiero que el valor de lo que hago se limite a una llamada o a un dictamen, sino a sistemas que faciliten la vida a muchas personas durante años.

  4. La curiosidad como motor
    Me meto a estudiar arquitectura de software, juegos de estrategia, IA, biohacking, no sólo por hobby, sino porque siento que todo eso, de algún modo, termina regresando a mi trabajo: me obliga a pensar en sistemas, decisiones, efectos a largo plazo, riesgos y optimización.


La intersección: derecho, finanzas y tecnología como una forma de pensar

A veces me preguntan si me siento más abogado, más financiero o más “tech”. A veces más bien me preguntan “¿Qué soy exactamente?” Más que una mezcla de tres profesiones, siento que he ido formando una forma de pensar que usa elementos de las tres:

  • Del derecho, tomo la estructura, el rigor, la importancia de las palabras y de los procedimientos. También la conciencia de las consecuencias: algo mal hecho hoy puede explotar en unos años.

  • De las finanzas y la contabilidad, tomo la orientación a lo medible: cifras, estados de cuenta, flujos, riesgos cuantificables, impacto económico de cada decisión. Los números son claros, no son tus amigos ni enemigos, sólo son.

  • De la tecnología, tomo la mentalidad de sistemas: entradas, procesos, salidas, automatización, escalabilidad, la idea de que podemos rediseñar “cómo” hacemos las cosas, no sólo “qué” hacemos.

Cuando diseño, por ejemplo, un flujo para que los correos del buzón tributario del SAT se conviertan en tareas automáticas en ClickUp con plantillas prediseñadas triggers, no estoy pensando sólo en “ser más eficiente”. Estoy pensando en el rostro de la persona que ya no tendrá que revisar manualmente cada notificación, en el tiempo para hacer otras cosas de mayor importancia, en más tranquilidad porque “nada se vaya a pasar”, en la sensación de orden que eso genera.

Esa intersección no es un concepto de marca personal, es una respuesta práctica a un problema real. El entorno es complicado, la gente está saturada, y si no combinamos norma, números y sistemas, las soluciones se quedan cortas.

Qué busco construir

Si miro hacia adelante, más que una lista de logros específicos, lo que tengo es una dirección bastante clara:

  • Construir una firma que sea un laboratorio vivo
    No me interesa dirigir un despacho tradicional donde todo se hace “como siempre se ha hecho”. Veo una firma funcione casi como un laboratorio: probando flujos, integrando IA, midiendo tiempos, mejorando procesos, documentando lo que funciona y lo que no.

  • Crear herramientas que simplifiquen la relación con el cumplimiento mexicano
    Me gustaría que, en unos años, existan sistemas, algunos desarrollados por mí, que hagan que la interacción con el SAT y con autoridades sea mucho menos traumática para las personas y las empresas. Que un cliente pueda subir sus XML y estados de cuenta y recibir no solo pólizas propuestas, sino alertas inteligentes, explicaciones claras, contexto normativo, en su propio lenguaje, sencillo, sin trababas.

  • Formar gente que piense distinto
    En mis reuniones con el equipo, cuando hablamos de inteligencia artificial, de procesos o de noticias de tecnología, mi objetivo no es que todos se vuelvan programadores, sino que desarrollen una mentalidad distinta: que cuestionen, que propongan, que no teman experimentar nuevas herramientas, que entiendan la ley, pero también los sistemas, que estén listos para lo que viene, que vean las cosas antes que nadie. Algo así toma tiempo, es difícil y generalmente incomprendido.

  • Ganar libertad, no sólo ingresos
    A un nivel más personal, todo este esfuerzo por sistematizar y automatizar también tiene que ver con libertad: quiero que, en el futuro, mi tiempo no esté consumido al 100% en apagar incendios. Quiero espacio para pensar, para diseñar con calma, para aprender, para disfrutar la vida fuera de la oficina… incluso para jugar un buen juego de mesa sin tener en la cabeza un pendiente legal.

La dimensión personal detrás de lo profesional

No puedo separar del todo mi perfil profesional de algunas experiencias personales. Haber pasado por temas de salud importantes, por ejemplo, me ha obligado a replantearme prioridades: cuánto tiempo dedico al trabajo, cómo cuido mi cuerpo, qué tipo de vida quiero tener dentro de 10 o 20 años.

Ese interés en la longevidad, en los exámenes médicos, en los suplementos, en entender cómo funciona mi cuerpo, se parece mucho a lo que hago con las empresas y con los sistemas: busco indicadores, procesos, puntos de falla, hábitos sostenibles. En el fondo, se trata de lo mismo: cuidar algo que quiero que dure.

También hay una parte de mí que disfruta profundamente enseñar y explicar. Ya sea en la universidad o con mi equipo, hay una satisfacción especial cuando veo que alguien entiende un concepto complejo y puede aplicarlo. Eso me confirma que no solo quiero hacer cosas “para mí”, sino crear capacidades en otros.

Cómo se ve todo esto en mi día a día

En lo cotidiano, esta mezcla se ve menos espectacular y más simple:

  • Revisar un requerimiento del SAT y, mientras lo analizo, anotar “esto debería disparar una alerta automática la próxima vez”.

  • Diseñar un checklist de proceso contable que no solo sirva para este mes, sino que pueda convertirse en la base de una automatización.

  • Conversar con un cliente extranjero sobre una estructura corporativa, pero también sobre qué procesos internos necesita ajustar para que todo fluya hacia el despacho sin fricción.

  • Probar una nueva herramienta de IA, no sólo para redactar mejor, sino para ver cómo podría integrarse a un flujo contable, fiscal o de PLD.

  • Tocar base con el equipo y, más allá de tareas, hablar de cómo se sienten ante tantos cambios tecnológicos, qué les da curiosidad y qué les da miedo.

Si has llegado hasta aquí, probablemente lo que quieres saber no es solo “qué hago”, sino “quién soy detrás de eso”. La respuesta, en pocas palabras, sería algo así:

Soy alguien que vive en la intersección entre derecho, finanzas y tecnología porque ahí encuentro una forma honesta de aportar valor, de ordenar el caos y de construir algo que pueda durar. Al mismo tiempo, soy una persona que está aprendiendo (muchísimo todavía) a equilibrar ambición con salud, estructura con flexibilidad, tecnología con humanidad.

Lo que busco a largo plazo no es solo una firma exitosa, sino un ecosistema escalable: personas, procesos y sistemas alineados para que la complejidad del entorno se vuelva manejable, y para que tanto mis clientes como mi equipo, y yo mismo, podamos vivir con un poco más de claridad, de orden y de tranquilidad.

Este post es más reflexivo e introspectivo. Espero que alguien pueda encontrar un espejo en él y le ayude de algo.

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